Noche en el desierto del Sahara
- Ame Morales
- 16 ene 2017
- 2 Min. de lectura
Llegó el gran día y después de recorrer Marruecos por unos días, el momento de la noche en el desierto llegó. Llegamos después de un largo día de viaje por carretera a un hotel justo junto al desierto y ¡no había nadie!

La verdad es que es algo que no podía entender pues era “temporada alta” pero lo que más me gustó fue que era sólo para nosotros. Se me hizo impactante el hecho de estar junto a una monstruosidad de vista en donde lo único que había junto era un hotel y un par de locales, ¡¿qué?! hermoso.
En seguida nos subimos a los camellos, (done for the bucketlist) y empezamos a andar. Tengo que confesarles que ir en camello es de lo más incomodo y doloroso, siento que es algo que debes de hacer una vez en la vida Y YA!

El camino hacia el desierto fue una cosa que no puedo explicar, la calma que se siente es algo inimaginable, los camellos en línea y ver la vista a un infinito es algo que llena el alma. Tuve una catarsis.
Nos paramos para ver el atardecer en medio del desierto y tomarnos fotos y fue algo extraordinario.

Cuando llegamos a las casas de campaña ya era de noche, la luna nos envolvía con su luz y las campañas estaban decoradas. Nos instalamos en las tiendas lo cual fue pura formalidad porque nadie durmió nada. Nos sentamos en unas mesas larguísimas pero en el piso sobre cojines mientras esperábamos la comida. (No tengo imágenes de esto porque preferí disfrutarlo, además no había luz jaja) Nos sirvieron el plato típico “Tajine”, sopa deliciosa, pan, té, agua y sandía de postre. wow. La comida era DELICIOSA y todos comimos como reyes.

Después de comer mucho nos dieron un espectáculo de música típica de ahí, usaban instrumentos caseros, ellos hacían algo precioso. Todos nos paramos a bailar y disfrutar hasta que la madrugada nos ganó. Para terminar el día, a las 3 am recorrimos las dunas del desierto para poder ver las estrellas, el camino era muy cansado y debo de confesar que no pude llegar a la punta pero me quedé a la mitad a literalmente contemplar el silencio y las unas en la obscuridad y luz de la luna, lloré.